Dr. Juan Antonio Bertó: “Las enfermedades más limitantes para la práctica de montañismo en grandes alturas son las enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias y la obesidad entre otras”.

Antes de introducirnos en el ámbito del rendimiento en los deportes de montaña, me gustaría hacer referencia al ámbito de la prevención; el asesoramiento previo a realizar deportes de montaña, que en ocasiones se desarrollan a grandes altitudes, implica una evaluación de la situación basal de salud del deportista. No es lo mismo hacer senderismo en el monte, que afrontar una etapa de ascenso a grandes cumbres.

Las enfermedades más limitantes para la práctica de montañismo en grandes alturas son las enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias y la obesidad entre otras. La limitación de publicaciones científicas avaladas no nos permite más que dar recomendaciones de nivel C (basadas en recomendaciones de expertos). 

Los pacientes con enfermedad coronaria estable y una función ventricular izquierda normal (evidenciada mediante un ecocardiograma), se recomienda que no superen los 3000-3500 metros sobre el nivel del mar. 

Excursiones a mayores altitudes, solamente están recomendadas a aquellos pacientes que, teniendo enfermedad coronaria estable, además, tienen un buen control sobre su tensión arterial, ausencia de arritmias y que han realizado una prueba de esfuerzo en ámbito hospitalario, con resultado normal. Aun así, los pacientes con enfermedad coronaria no deberían realizar ascensos superiores a cotas de 4500 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Dentro de las enfermedades respiratorias, la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) que se desarrolla en fumadores, no se recomienda superar los 2500 metros de altitud; aunque estos resultados no se han demostrado científicamente. 

Los pacientes con asma pueden sufrir exacerbaciones y crisis de broncoespasmo en altitudes superiores a los 5000 metros sobre el nivel del mar.

El paciente con úlcera gástrica activa presenta una contraindicación absoluta para realizar etapas a grandes altitudes, ya que el riesgo de sangrado en esta patología está claramente demostrado.

Mientras que la diabetes no es una contraindicación para someterse a grandes altitudes, la obesidad puede exacerbar el mal de altura.

Teniendo todo esto en cuenta, sería recomendable realizar una revisión médica que cuente con una valoración de riesgos cardiovasculares y respiratorios.

Para deportistas entrenados, realizar una prueba de ejercicio cardio-pulmonar proporciona datos interesantes entre los que destacan los umbrales aeróbico y anaeróbico. Dichos umbrales corresponden a una frecuencia cardíaca concreta, rango de frecuencia cardíaca, que permite mejorar el rendimiento para la práctica de montañismo. 

En líneas generales, el umbral aeróbico se sitúa en torno al 70-75% de la frecuencia cardíaca máxima teórica (220 – Edad). Habitualmente es un ritmo de marcha en el que es posible mantener una conversación sin que se entrecorte el habla. Coloquialmente sería la “velocidad de crucero” para terminar una etapa sin riesgo de claudicar. Por encima del 85% de la frecuencia máxima teórica, se sitúa, habitualmente, el umbral anaeróbico; aquel ritmo que es intenso, que nos permite realizar grandes esfuerzos de corta duración; no conviene estar mucho tiempo en este ritmo de marcha, pues la fatiga muscular y la claudicación pueden aparecer en cualquier momento.

No hay que olvidar que, en la montaña, como en cualquier deporte, el estado nutricional y de hidratación es fundamental. Es mandatorio mantener un correcto estado de hidratación contando con bebidas isotónicas, bebiendo frecuentemente, en pequeñas cantidades.

Tampoco hay que olvidar que la exposición a la radiación ultravioleta del sol, es especialmente alta en deportes de montaña; algunos estudios han demostrado que la radiación en deportes alpinos puede llegar a ser hasta 6 veces la dosis diaria máxima recomendada, por lo que la protección de la piel y el uso de gafas con filtros homologados es fundamental.

El deporte de montaña debe realizarse siempre de manera segura, con personal experto que conozca la ruta por la que llevar a cabo la etapa y contar con un calzado y ropa adecuada para cada situación climática. La seguridad es elemento mandatorio y prioritario.

Dr. Juan Antonio Bertó, especialista en Neumología y Medicina Deportiva

Clínica Universitaria Navarra

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