El cáncer ha curtido la persona que soy ahora, libre, viviendo la vida intensamente ya sea a golpe de pedal o escalando grandes montañas y demostrándome día a día que la única discapacidad es una mala actitud”.

Me llamo Raquel Castillo, tengo 41 años, soy de Girona y en 2016, después de dos largos años, superé un Linfoma de Hodgkin en estadio 4 con afectación pulmonar. Amante de las grandes travesías en montaña y de casi todos los deportes que se practican en ella mi vida pegó un giro cuando me detectaron el cáncer. Recuerdo que durante la enfermedad no dejé de hacer nada porque me lo prohibieran los médicos. Tuve que dejar de escalar porque la quimio me provocaba calambres en las manos y no podía cerrarlas.  Poco a poco tuve que dejar de correr e ir en bicicleta porque las pulsaciones se disparaban… hasta que llegó el día en que solo podía salir a andar lo que podía, pero salía.

A los dos años y gracias a un autotrasplante de médula ósea logré superar el cáncer. Fue entonces cuando los médicos me comunicaron que debido a las secuelas pulmonares no podría volver a practicar deporte. Recuerdo irme ese día con la clara convicción de que debía de hacer lo posible o lo que estuviera en mis manos por cambiar esa realidad, llevar una buena alimentación, conocer mi cuerpo, saber cuáles eran mis límites y estudiar un plan era mi objetivo.

Al principio me costaba hasta agacharme y atarme las zapatillas, así que me marqué pequeños retos. Un día andaba 500 metros y me volvía llorando, pero al siguiente me volvía a levantar pensando que podía hacer más y así durante medio año. 

Con mucha paciencia, esfuerzo y dedicación vi claramente que mejorar esa realidad era posible, así que allí me marqué mi primer gran reto, realizar la GR 11 “Transpirenaica” a pié, en solitario y en autosuficiencia. No sabia si lo lograría, necesitaba desconectar y reconectar con la naturaleza, librarme de toda aquella toxicidad acumulada en mi organismo. Contra todo pronóstico lo conseguí hacer en 36 días.

Aquella experiencia me hizo ver que era capaz de hacer grandes cosas, así que ahí empezó todo. Después se me ocurrió crear retos con campañas de crowdfunding a favor de la Fundación Josep Carreras y hacerlo visible a través de las redes sociales. Aquello suponía una motivación extra y a la vez me pareció que hacer visibles mis retos también podían suponer una buena dosis de motivación a personas que se pudieran encontrar en una situación parecida.

Siempre digo que la escalada, la bicicleta y el senderismo cuidaron de mi salud mental, me ayudaron a encontrar esa libertad y aire fresco que necesitaba en pleno tratamiento. El amor de mi familia y mi perro Tom fueron un gran apoyo emocional y la mentalidad como deportista me ayudó en la superación personal de mi día a día en los peores momentos. 

Ahora sí puedo decir que todo aquello me hizo aún más fuerte, más luchadora, sacó lo mejor y lo peor de mí y me preparó para superar muchas situaciones en mi vida.

El cáncer ha curtido la persona que soy ahora, libre, viviendo la vida intensamente ya sea a golpe de pedal o escalando grandes montañas y demostrándome día a día que “la única discapacidad es una mala actitud”.

Raquel Castillo
Aficionada a deportes de montaña y superviviente de cáncer