El 2 de marzo de 1975 en la ermita de San Blai (Tivissa- Tarragona), un grupo de personas montañeras de la Federación Catalana de Montañismo (hoy FEEC), comandados por Enric Aguadé, pintó la primera señal de un sendero en España. En ese momento, sobre el GR® 7, E 4, nació el senderismo por senderos homologados en España.
El senderismo es hoy un deporte multitudinario en la sociedad española y son evidentes los impactos positivos que su práctica tiene:
- En la salud de las personas senderistas.
- En el impacto socioeconómico positivo en los territorios sobre los que se lleva a cabo, en muchos casos en lo denominado “España Vaciada”.
- En su potencialidad respecto a la sensibilización medioambiental de la población.
- En la rehabilitación de un patrimonio histórico, el viario.
- En la reivindicación de un modo de vida, el rural.
El fenómeno de caminar en geografías no cotidianas, sean cercanas o lejanas, como actividad en el ocio, aparece en las zonas de Europa económicamente mas desarrolladas en el s. XIX.
La circunstancia de señalizar, de manera permanente, recorridos para este fin tiene una fecha y un lugar: 1875 en el entorno de Estrasburgo. Hay noticias de señalizaciones anteriores que no han perdurado.
En España, tres años antes, en 1972, la Federación Española de Montañismo (hoy FEDME) en la Asamblea de diciembre, había decidido desarrollar el senderismo y designar a Joan Cullel Altimiras, del Club Excursionista de Gracia, como Vocal-presidente del Comité Nacional de Senderos de Gran Recorrido de la entonces F.E.M.
Se iniciaba así la historia de los cincuenta años de vida del senderismo y de los senderos señalizados en España.
