Artículo de opinión de Manolo Taibo, responsable del Comité de Seguridad de la FEDME, publicado por el diario El Comercio de Asturias a colación del boom de noticias sobre accidentes en montaña.

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A finales de 2009 aparecen por ley las primeras tasas de cobro de rescate en el Principado de Asturias. En enero de 2010, la consejera María José Ramos anunciaba en los medios de comunicación el descenso de la accidentalidad, nada más lejos de la realidad. En aquel momento, los datos que manejábamos nos decían que enero tiene la actividad más baja del año y que desde 1985 la accidentalidad solo ha disminuido años de meteorología muy adversa en los periodos álgidos de fiestas o vacaciones. Por lo tanto, teníamos claro que los accidentes iban a seguir en aumento, así lo dije públicamente y hoy me reitero. Si la administración, tal como reflejan las noticias, opta por aumentar las tasas de rescate no va a conseguir disminuir la accidentalidad y por lo tanto los rescates. Si el fenómeno accidente no se contempla en toda su magnitud, cualquier actuación será un fracaso y el próximo verano seguiremos hablando de lo mismo.

Hace años, el vicepresidente Guillermo Martínez, en una reunión a petición de la Federación Asturiana, se comprometió respecto a un plan de seguridad integral, “en un mes tenemos algo en marcha” dijo. Creí que sería el momento, me había escuchado, preguntado, tomado notas y asentido, pero todo quedó en nada. Ahora, en plena temporada, se vuelve hablar de los accidentes ¿A caso los accidentes de montaña son serpiente de verano? Para la FEDME no, desde el Comité de Seguridad, trabajamos estadísticas propias y externas, analizamos accidentes y la accidentalidad, disponemos planes de mejora en todas nuestras áreas y colaboramos con todas las entidades nacionales y extranjeras que nos lo demandan. La seguridad es un valor en nuestra federación y nuestro conocimiento está al servicio público.

Es curioso que desde 2010, cada vez que en congresos o simposios nos reunimos expertos en accidentalidad en montaña, nuestra opinión generalizada y oficialmente de la FEDME, es contraria al cobro del rescate por los problemas que conlleva, entre otros: 

1.- Porque estas tasas son injustas e infundadas, al incidir en prácticas deportivas y no en riesgos asumidos.

Las tasas se aplican a rescates producidos en ciertos deportes considerados de riesgo, por ejemplo Escalada o Esquí de Montaña, pero no en el caso del Senderismo, siendo esta actividad la que más accidentes produce. Lógicamente, el número de practicantes de una actividad es directamente proporcional al número de sucesos, como es el caso del senderismo, pero cuando se profundiza en el análisis cualitativo del accidente, se observa que es una actividad en la que generalmente menos formación tiene la persona accidentada, en la que menos se planifica en función de las dificultades y mucho menos en función de los riesgos inherentes, y lo que es peor, es la actividad en que la percepción del riesgo es muy baja o nula. Pero el senderismo no está recogido en las tasas de cobro por rescate, y ojo, la solución no pasa por su inclusión.

El Senderismo también es una actividad de riesgo y necesita información, formación y tecnificación, así lo repetimos constantemente desde la Federación Española, así se explica en los cursos de la Escuela Española de Alta Montaña y así se recoge en las publicaciones del Comité de Seguridad de la FEDME. 

2.- Porque, a nivel de comunicación, no alcanza a un colectivo cuyo objetivo en origen es el turismo o el ocio recreativo, no el deportivo. 

Pero para entender más el fenómeno del accidente, también hay que tener en cuenta los datos de la encuesta de hábitos deportivos en España, que señala con el 32% al senderismo-montañismo como la tercera opción deportiva para la población española. Así mismo, las estadísticas de visitas a Espacios Protegidos indican un claro ascenso del número de visitantes. Es decir, la naturaleza sea vivida deportivamente o como espacio de ocio recreativo, está de moda y el aumento de personas en el medio y el número de accidentes está relacionado directamente. Esta es una buena noticia desde la perspectiva de la salud y del conocimiento del medio, además no debemos olvidar que también está ligado al aumento del producto interior y que ayuda a fijar población en las zonas rurales. Esto también se debería tener en cuenta en la valoración riesgo-beneficio.

Otro dato fundamental a tener en cuenta, es que, en el mejor de los casos, solo el 25% de las personas que van a la montaña están federadas. De este dato puede inferirse que la mayor parte de las personas que se acercan a la montaña no son deportistas, no son conocedores, no son habituales, son visitantes, turistas, usuarios, etc. Es decir, es un público sin la adecuada preparación, pero sobre todo son personas que no sienten la necesidad de prepararse específicamente porque acceden a espacios populares, influidos por la información turística, o peor aún por la “información” que inunda las redes sociales, con lo que esto conlleva. Para alcanzar a este colectivo, ajeno al ámbito federativo, hay que trabajar en origen, es decir en sus vías de información y comunicación.

3.- Por el aumento de riesgos para las personas accidentadas.

Las víctimas de accidente que tienen constancia del cobro de tasas por rescate, tienden a retrasar la llamada a los servicios de emergencia para intentar auto-ayudarse, lo que aumenta el riesgo de la víctima y de las personas que le acompañan. El retraso en el rescate y la primera intervención sanitaria perjudica las lesiones y por lo tanto dificulta y encarece el tratamiento posterior. Está cuantificado que el proceso sanitario y social posterior es más oneroso que el propio rescate.

4.- Por el aumento de riesgos para el personal de rescate.

Retrasar la llamada a los servicios de emergencia perjudica la intervención en tiempo y modo, aumentando el riesgo del personal interviniente y encareciendo el mismo.

La accidentalidad es un fenómeno complejo en sí mismo y en el caso de las actividades en el medio natural, la complejidad del fenómeno se acentúa y además, en el caso que nos atañe, tenemos que tener en cuenta el fenómeno del ocio. Si se quiere tener una lectura apropiada del fenómeno, se debe recurrir a las personas especializadas en el mismo, personal técnico de rescate, personas expertas en el análisis de accidentes y juristas especializados en el sector. 

Para influir en este fenómeno tan complejo se necesita un plan, cuya máxima responsabilidad corresponde a la autoridad en materia de Protección Civil, un plan que contemple la creación de un Observatorio de Seguridad en Montaña, en el que se recojan datos, se analicen y se generen directrices para tratar el fenómeno en origen. Es necesaria una campaña de información coordinada con las administraciones de Turismo, Deportes, Juventud y Espacios Naturales. Es decir, el Principado de Asturias necesita un plan general de prevención de accidentes en el medio natural. Pero sobre todo necesita que se cuente con las personas expertas en este campo. 

Asturias no se merece unas tasas que “penalizan” deportes como la Escalada, un deporte que en su versión más deportiva es olímpico y al Esquí de Montaña que lo va ser próximamente, Asturias no se merece unas tasas que no entienden los valores del Alpinismo, una actividad que la UNESCO ha declarado patrimonio inmaterial de la humanidad, Asturias no se merece unas tasas que no favorecen la propuesta “Asturias paraíso natural” y que no es consciente de la importancia de los deportes de montaña como tales, en su historia y en su economía.

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