Roser ascendiendo por la vía Inuit en La Pedriza mientras que abajo al fondo su compañero la asegura.

“Yo quiero seguir haciendo mis sueños realidad, y mostrarles a mis dos hijas que somos capaces de todo lo que nos propongamos”.

¿Quién es Roser Giralt Isern?

Soy Roser Giralt Isern, nacida en Barcelona en 1984, criada en Tarragona desde 1992 y actualmente habitante de un pequeño pueblo de la sierra madrileña, Mataelpino desde 2007. De profesión arquitecta efímera pero de vocación maestra costurera. Cofundadora de Planeta Dots, un proyecto de costura sostenible dentro de una caravana, que me tiene el corazón robado. Soy madre de dos criaturas, Lluna y Dhana de 8 y 12 años y pareja de un escalador mucho más fanático que yo, Talo Martín. Me considero una mujer positiva, luchadora y que siempre que puedo, le sonrío a la vida. Amante de la escalada en adherencia como la que encontramos en el Parque Nacional de La Pedriza, «el patio de mi casa».

Has hecho historia, háblanos un poco de eso…

Este año he tenido la suerte de cumplir mis 39 años de experiencias y de regalo, me vinieron muchas cosas, entre ellas la necesidad de tener tiempo para mí y para la afición que comparto con mi pareja. La escalada, después de mi maternidad y mis emprendimientos laborales, había pasado a un segundo plano estos años atrás, escalando sólo algún fin de semana y en periodos vacacionales. Eso me mantenía presente en la disciplina, pero alejada de superar mis anteriores logros. Así que empecé el año como mucha gente hace, marcando buenos propósitos y queriendo ser capaz de compatibilizar mi vida laboral y familiar con mi ocio deportivo.

Con mi pareja propusimos un viaje fanático de verano a Madagascar, para escalar durante todo un mes seguido. La excusa perfecta para coger la cuerda y ponerme las pilas, así que, con la intención de preparar cabeza y cuerpo, me puse manos a la obra para reservar tiempo semanal para ese propósito.

Desde el 15 de enero empezamos a salir a La Pedriza para escalar vías y un día en Risco de La Peseta surgió el flechazo.

Después de haber estado probando una vía de 8b, mi pareja me ofreció probar una última vía antes de ir a recoger a nuestras hijas al cole. Estaba al lado y tenía la cuerda ya montada y lista para que la probara en tope rope (con la cuerda pasada por arriba), así que me metí. Ese primer intento se me dio muy bien y conseguí escalarla entera, parando en una ocasión para descansar pies.

Bajé enamorada de esa vía sin saber su grado ni su historia y fue entonces cuando mi pareja me sonrió y me confesó que era una vía más difícil que la anterior. Me puso en antecedentes contándome que ninguna mujer en la Pedriza, había escalado ese nivel de dificultad, así que con toda esa presión y disfrutando todavía de mi escalada ilusa ante lo desconocido, decidí sumar ese objetivo a mi lista de propósitos, escalar la Inuit, y convertirme en la primera mujer en escalar un 8b+ en La Pedriza. ¡De camino al cole, bajando del risco, os podéis imaginar cómo iba mi cabeza!

Al siguiente día probé la vía escalando de primera, superando en el segundo intento toda la parte difícil y cayéndome por inexperta, por presión de haber hecho lo difícil, por los tembleques en mis piernas  y los nervios de novata, perdí el equilibrio en un descanso fácil. Acababa de caer pero a su vez acababa de dar un golpe en la mesa tremendo. Sólo necesitaba concentración y confianza. La técnica, la destreza y la fuerza, ya las tenía.

Disfruté muchísimo cada uno de los procesos previos al encadene. Para encadenar una vía de adherencia con esa dificultad hay muchos factores que intervienen. Algunos dependen de una misma y otros no. La temperatura, la confianza, la memorización de la secuencia, el estado de la goma de tus pies de gato, el ambiente en el pie de vía, tu estado anímico, emocional y hormonal, el estado de la piel de tus yemas… No era fácil ser perseverante y regresar después de un mal día. Muchos aspectos que pueden jugar en contra de ese reto al equilibrio y la fricción. En mi caso, he transitado con mis dos yo. Mi lado responsable (madre trabajadora) y mi lado egoísta (mujer fanática), escuchando o silenciando cada una de las voces que nacen en ti, buscando la paz interior  y dejando de lado el juicio del bien y el mal. El día que encadené, me prometí tirar la toalla si volvía a caer, y supongo que ahí me quité peso de la mochila, volviendo de nuevo al estado menos competitivo de la escalada, al juego, al baile y fue cuando conseguí escalar más bonito que nunca, en paz, en silencio, en petit comité y sintiéndome afortunada por todo lo aprendido en el camino.

Lo vivido en esa vía ha sido mucho más que un salto del 7b al 8b+. Ha sido un reafirmar mi potencial. Ha sido apreciar a cada una de las mujeres y hombres que consiguen superarse. Yo quiero seguir haciendo mis sueños realidad, y mostrarles a mis dos hijas que somos capaces de todo lo que nos propongamos.

¿Cómo te iniciaste en tu disciplina?

Empecé a escalar vías deportivas de roca caliza en la escuela que tenía mas cerca de casa, Siurana, con el mejor de los maestros que se puede tener, el gran David Brascó. Él me mostró su gran pasión, aliñando siempre nuestros encuentros en la roca con grandes momentos de risas, diversión, paciencia, seguridad y respeto. Era un gusto salir a la roca con él y asomarme a ese maravilloso escenario de vida. Para aquél entonces, yo todavía no conducía y escalaba muy puntualmente. Mi momento mas fanático de escalada deportiva en caliza fue un verano mientras trabajaba en Rodellar, donde conseguí encadenar un 7. Pero mi verdadero crecimiento como escaladora se inició viviendo en Madrid. Me trasladé a esta comunidad hace 16 años, movida por el amor hacia mi actual pareja y él fue el que me enseñó la modalidad de escalada en adherencia. La Pedriza es el mundo al revés me dijo,  así era. No había que buscar buenas manos sino pies. Poco a poco me fui convirtiendo en escaladora fanática, y sin buscarlo mucho, conseguí también  el primer 7c femenino en escalada en bloque de la Pedriza.

Una anécdota

¿Os cuento un secreto? El sector donde está Inuit, el Risco de La Peseta, era el sector que mas odiaba.

Es una cara norte, con suelo normalmente húmedo y súper frío, para una catalana de sangre cálida como yo. Siempre echaba pestes cuando decidíamos ir allí y ahora aprecio cada una de sus vías y rincones, manda colores. jijiji

Paradojas de la vida.

Un lema o frase que te mueva en la vida

En la tumba de mi padre hay una frase que tatué en mi cuerpo y en mi corazón y dice así:

«Vive, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho más para ser insignificante.»

Charles Chaplin

Roser Giralt Isern

Web: https://planetadots.com/

Instagram:@planetadots

fotógrafo @talomartin

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