“Hay una montaña para cada uno, sólo debemos encontrar la nuestra”

¿Quién es Isidoro Rodríguez Cubillas?

Vivo en Soto de Valdeón, en el Parque Nacional de los Picos de Europa, y llevo haciendo actividades en la montaña de forma ininterrumpida desde 1967, lo que me ha llevado a visitar montañas de cuatro continentes, Alpes, Escocia, Cáucaso, Laponia, Andes, Alaska, Kenya y Kilimanjaro, Hoggar Argelino,
Marruecos, Thian Shan, Pamir, Himalaya…

¿Cómo te aficionaste a la montaña?

Con 11 años subí a mi primera montaña, pero fue a partir de los 17 cuando comencé a salir a las montañas de forma sistemática, y empecé a escalar y subir cumbres y paredes cada vez más difíciles, y sigo, después de 56 años, aunque con menos fuerza, pero con el mismo entusiasmo.

¿En qué medida ha marcado la montaña tu vida?

Yo no concibo mi vida pasada sin el mundo de las montañas, pero tampoco logro imaginarme la futura.

¿Qué montaña o experiencia recuerdas con mayor alegría?

Son muchas las montañas que me han aportado grandes alegrías y satisfacciones, desde las cimas Aconcagua o Alpamayo en los Andes, al Kenya, Elbrus, Mont Blanc Cervino, Cima Grandes del Lavadero, Ararat, Torre Santa o Naranjo de Bulnes (aunque a estas dos he subido muchas veces) y un abultado etc, una de mis mayores alegrías fue cuando mis amigos y compañeros de expedición llegaron a la cima del Everest, aunque yo estaba en ese momento en el Campo Base. En realidad también muchas montañas cercanas y de menor altitud, me han deparado grandes momentos.

Cuéntanos una anécdota significativa en la montaña

Son muchos años y cientos de montañas, ascensiones y escaladas, y me es difícil resaltar una, pues me parecería hacer de menos a las otras. En el 82 vivimos una aventura al pasar tres días en la selva al bajar del Kenya, y en el otoño del 99 fuimos la única expedición que estuvo en la vertiente nepalí del Everest, por lo que ser las únicas personas que transitaban por las escaleras de la Ice Fall, o subir la pared del Lhotse, sin que hubiera nadie, fue una experiencia única.

¿Algún consejo para las nuevas generaciones?

Hay un dicho popular entre los alpinistas de cierta edad y que reza: es más difícil ser montañero viejo que montañero bueno. La moraleja es que hay que acudir a la montaña con humildad y perfecta preparación física y técnica, por lo que siempre hay que guardar fuerzas para descender de cualquier montaña pues el éxito no está en la cumbre, sino cuando llegamos abajo.

¿Un lema o frase que te mueva en la vida?

Creo que hay una montaña para cada uno, sólo debemos encontrar la nuestra.