“No he dejado de hacer deporte en ningún momento, solo me he ido adaptando a lo que mi cuerpo me permitía en cada etapa”.
Soy profesora y practico marcha nórdica desde hace más de 10 años. Desde el momento en que conocí este deporte me cautivó, se puede practicar al aire libre, sola o en compañía y puede ser lo exigente que una se plantee. Tanto es así, que fui incrementando poco a poco su práctica hasta que comencé a practicarlo también a nivel competitivo.
Para mí, salir con mis bastones a hacer marcha nórdica ha llegado a ser una rutina en mi día a día, una manera de hacer deporte y de relajarme al mismo tiempo. Es un deporte técnico, que requiere un alto nivel de concentración y esto ayuda a sentir el momento, olvidar los problemas y centrarte en las sensaciones, en una palabra a desconectar.
A finales de febrero me diagnosticaron un cáncer de mama y en ese momento todo cambió. Cuando recibes una noticia así hay una multitud de sentimientos y pensamientos que se entremezclan y no sabes muy bien qué va a pasar. En esos primeros días, antes de que me operaran, recibí dos buenos consejos: que me apoyara en mi gente y que siguiera haciendo deporte, que no lo dejara. Y no he dejado de hacer deporte en ningún momento, solo me he ido adaptando a lo que mi cuerpo me permitía en cada etapa. Me ha ayudado a hacer frente a la montaña rusa emocional que he vivido.
Salir a caminar con mis bastones, al aire libre, con la vista puesta en el horizonte, concentrada en la respiración, me ayudó a relajarme y me aportó serenidad. Si además, salía con mis compañeros del club, la sensación era mucho mejor. Nunca podré agradecerles lo suficiente que me hayan acompañado en este camino.
Desde el punto de la salud, creo que me ha ayudado y me está ayudando a recuperarme mejor. Cuando los médicos me dijeron que podía empezar a recuperar mis rutinas deportivas (coger los bastones, volver al gimnasio…) solo tuve que escucharme y estar atenta a las sensaciones que iba teniendo y si algún movimiento me molestaba, esperar un tiempo y luego volver a intentarlo. Con la radioterapia perdí bastante capacidad pulmonar y tuve una gran sensación de fatiga.
Esos fueron meses difíciles para mí, pero no dejé de caminar y poco a poco me planteé una nueva meta: participar en la prueba de Copa de España que se iba a celebrar en septiembre en Azagra. Mi objetivo era competir conmigo misma, con mis sensaciones e intentar acabarla. Y lo conseguí. ¡Qué sensación al cruzar la meta! ¡Indescriptible! Y después vinieron otras.
Ahora voy retomando poco a poco mi normalidad. Sigo acompañada de mis bastones y estoy segura de que parte de mi recuperación se la debo a ellos y a esos dos buenos consejos que recibí.
Miren Rojo
Marchadora nórdica y superviviente de cáncer