En todo momento las montañas estuvieron conmigo, prometiendo esperarme, robándole espacio en mi cabeza a la enfermedad.”

Ni el hecho de ser mujer, ni el de tener unos recursos económicos muy limitados, ni el de vivir lejos de las grandes ciudades donde abundan las oportunidades… ni siquiera el hecho de haber padecido un cáncer en lo mejor de mi carrera deportiva, me impidieron conquistar seis montañas del Himalaya de más de 8000 metros de altura, completar las 7 Cumbres ( Subir la montaña más alta de cada continente, incluyendo las dos Américas y la Antártida) o fundar el primer y quizá más grande club de BTT femenino de España.

Como sabéis, mi ámbito es el deporte, mi escenario las montañas. Pero también sabéis que procedo del país del miedo, de la senda más tenebrosa…del Cáncer.

En el que probablemente era el momento más dulce y prometedor de mi carrera himalayista sufrí un cáncer de mama que apagó de repente todas las luces y me obligó a reinventarme. No tengo recetas; ojalá las tuviera. 

No tengo consejos que puedan funcionar siempre o siquiera algunas pocas veces. Solo acierto a contar mi propia experiencia con la enfermedad, con la esperanza de que alguien pueda encontrar en ella un poco de optimismo o de fe en el futuro

Aunque el cáncer hizo temblar mi vida y cambió de sitio tantas cosas, tantas rutinas, tantas prioridades, creo que para mi fue esencial que no consiguiera arrancarme de mi mundo, que no lograra privarme de las motivaciones y herramientas que hasta entonces daban sentido a mi día a día: las del deporte.

En todo momento las montañas estuvieron conmigo, prometiendo esperarme, robándole espacio en mi cabeza a la enfermedad. Me acompañaron al hospital en cada ingreso, en cada sesión de quimioterapia, en cada noche sin dormir. No salían en las radiografías, pero a mí me bastaba con saber que seguían en mi interior. 

Salvando todas las distancias, entre 2009 y 2011 programé una expedición a una cumbre llamada “sobrevivir al cáncer”. Intenté poner en práctica las destrezas y talentos que más entrenados tenía: los de mi vida deportiva. Optimismo, constancia, disciplina…fueron valores que en mi caso resultaron providenciales. Y confianza, una confianza ciega en las posibilidades de mi cuerpo y de mi mente, y por supuesto una confianza sin fisuras en la ciencia médica. Y con esas botas pisé la cumbre más difícil y dura de mi carrera.

Con el corazón abierto os comparto mi experiencia y aprovecho la ocasión para dar las gracias a los médicos, investigadores, a los ingenieros, capataces y peones de esa catedral del conocimiento humano que es la medicina.

Rosa Fernández
Himalayista y superviviente de cáncer