¡Ha pasado tanto tiempo! Por lo menos 20 años. ¿Y qué me queda en el recuerdo? Sólo un único día de miedo y pánico… ¡Uno sólo! Pero no, no se me olvida.

Fue en el Hospital de Mendaro cuando dos o tres profesionales de la salud, bien uniformados, parapetados detrás de una mesa me soltaron el diagnóstico: tenía  CÁNCER. Todo los parámetros indicaban gravedad y urgencia. A partir de ahí tras una rápida operación, me quitaron un cuadrante de la mama derecha y a los pocos días empecé el tratamiento de radioterapia. Todo muy bien, sin ninguna mala sensación.

Recuerdo que un día, sería a principios de enero, me avisaron que se les había averiado la máquina de radiación y me dijeron que no fuera a la sesión al día siguiente. Fantástico! Mi marido y yo fuimos a Gavarnie a esquiar. Todo precioso: la nieve, el cielo azul, todavía recuerdo la chaqueta de Gore roja que llevaba.

Continué con la rutina de entrenamientos y salidas al monte como siempre y esa misma primavera participé en la Camille-Xtreme sin sobresaltos, como cualquier otro año. Más adelante, también tuve la suerte de correr la Zegama-Aizkorri.

Han pasado los años y aquí seguimos con muy buena salud. Después de jubilada hemos estado en Sudamérica un par de veces con BTT: travesía del desierto de Atacama con ascensión al Licancabur en una ocasión y recorriendo desde Copiapó a Titicaca en la otra. Fue en esta aventura cuando recorrimos el salar de Uyuni haciendo noche en la isla de Incahuasi. ¡Increíble! También me dejó muy buen recuerdo la ascensión al Cervino! Tampoco puedo borrar de mi memoria las innumerables ascensiones en las cimas del Pirineo.

Hace un par de años tuve un accidente: me atropelló un coche cuando subía a Itziar en bici. El pronóstico fue grave, fractura de pelvis. Pero la recuperación fue fantástica.

Seguiremos caminando, corriendo y pedaleando … y ¡que dure!

Irene Sarrionandia
Corredora por montaña y superviviente de cáncer